GREMIALES - Acuerdos logrados

Gremiales > Movilizaciones

GORDOS, TRAICIONEROS, IMPRESENTABLES

En los nefastos noventa hicieron de “campana” del punga mayor que se subió al tren de vida de los argentinos para estrujar a los trabajadores y meterle la mano en el bolsillo de manera repugnante.

Los Cavalieri, los West Ocampo, los Lescano, los Pedraza.  Ellos, sí…  Mantenían trabada la puerta para que -una vez cometido el afano- el ratero de Anillaco saltara del vagón con el botín de los laburantes y escapara con total impunidad hasta el próximo atraco.

Con la Alianza también se hicieron los giles. Silbaban bajito mientras al país lo blindaba el compinche Domingo y los progres de Chacho pasaban el rastrillo con la Banelco. Incluso cuando los compañeros del MTA pedían, como los Maderos de San Juan, pan y queso… Y les daban en los huesos.

Si fuéramos guarangos, con aquella runfla usaríamos la metáfora del perrito que se hace el distraído mientras otro se le encima por atrás… Pero no, preferimos apelar a otra figura: la de esos pusilánimes que están viendo en la calle cómo le arrebatan la cartera a una mujer y, al rato de ocurrido el hecho, cuando los chorros ya están lejos, empiezan a gritar que venga la policía.…

Son gordos porque no hacen nada. Porque el único ejercicio sindical que conocen es el de la negociación a espaldas de los trabajadores. Porque están todo el día sentados a la espera de concretar algún negocio. Porque nunca trabajaron. Porque nunca tuvieron que correr para escapar de alguna persecución policíal. Porque a lo único que aspiran es a engullir más poder pero no para utilizarlo en beneficio del conjunto sino para satisfacer sus apetitos individuales.
   
Ahora salen a pedirle explicaciones a Hugo Moyano y a los compañeros que junto al líder de la CGT demostraron ser el sector social de la Argentina que mayor coherencia, compromiso y voluntad de transformación expusieron desde hace más de 15 años, cuando nadie se animaba a cuestionar el proyecto antinacional más oprobioso de la era post-dictadura.

Febrero de 1994 marca un hito en la historia del movimiento obrero organizado de la Argentina. Aquel verano, con la irrupción en la escena nacional del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), empezó a marcar la declinación de un grupo vergonzante del sindicalismo que tiró por la borda el compromiso de defender a los trabajadores y luchar por la conquista de un modelo nacional con justicia social.

Pleno menemato donde varios dirigentes traicionaron a sus bases para convertirse en cómplices de un gobierno que con absoluta desvergüenza había decidido entregar a la Argentina al poder colonialista del liberalismo. “Tiempos nuevos” donde Armando Cavalieri se sentaba a la mesa con su amigo Neustadt y, en charla íntima, le explicaba: “Bernardo, este es el mejor momento de la historia argentina”. Y Bernardo se restregaba las manos.

Frente a la inmovilidad y la aceptación de leyes de claro contenido antiobrero por parte de esos seudo-sindicalistas, se levantó la dignidad de una docena de compañeros que al frente de sus gremios o desde las agrupaciones que peleaban por desalojar de la conducción a las cúpulas traidoras, dieron inicio a un período de luchas que involucraron a grandes masas descontentas por el rumbo que tomaba nuestro país.

Hugo Moyano, desde el Sindicato de Camioneros; Saúl Ubaldini, líder del sector de la CGT que no arrió las banderas en aquel momento de declinación sindical; Juan Manuel Palacios, de la UTA; Julio Piumato, de los Judiciales; Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento; Omar Ghilini, de SADOP; Omar Plaini, con su agrupación de Canillitas Florencio Sánchez; Carlos Barbeito (molineros); Enrique Marano (secretario general de los imprenteros): Horacio Mujica y Alfredo Ferraresi (del gremio de Farmacia); Carlos Castro (Capitanes de ultramar) y otros dirigentes dignos. Con ellos, se pudo empezar a confrontar con el poder y resistir la imposición del modelo neoliberal.

Sabían ellos que no alcanzaba con dar testimonio del despojo al que se estaba sometiendo a los trabajadores. Su estrategia asignaba un enorme valor a la movilización y priorizaba la solidaridad con la lucha de todos los damnificados por el modelo entreguista y desindustrializador. Una pelea llevada adelante casi en soledad, porque el gobierno se jactaba exhibiendo el apoyo de la población a las privatizaciones. Y la mayoría de la clase media miraba la confrontación, casi como de costumbre, desde los balcones.

Entonces, ¿que autoridad moral tienen estos gordos e impresentables para venir a exigirle a Moyano una conducción colegiada? ¿Para qué? ¿Para poner a la CGT al servicio de un proyecto que, como en los ’90, satisfaga los deseos del poder mundialista que quiere hacer de la Argentina una estación de abastecimiento de sus riquezas?

Porque está claro que el modelo agroexportador sojero les encanta a estos Cavalieri, West Ocampo, Lescano y compañía. La industria, el desarrollo productivo nacional, es cosa del pasado. Como predicó Menem. En el fondo tienen la misma filosofia de los liberales: un país para 15 ó 18 millones de argentinos. ¿El resto…?  Que se arregle como pueda.

Hay que rodear a la CGT de Moyano. Y no dejar pasar a estos mercachifles que lo único que buscan es devaluar el peso histórico del movimiento obrero argentino a la hora de protagonizar la lucha por la reconquista de la Justicia Social.   

 

Claudio Díaz

Gremiales.

La evolución del SUTPA desde la impugnación del convenio.

Ver más >
banner

Info útil.

Interesante guía para leer correctamente un recibo de sueldo.

Ver más >
banner